the weight


    La brisa recorre mi habitación. Está todo iluminado. Me encanta. Entra el sol por las ventanas. Hoy hace un día precioso y me apetece disfrutarlo. Cojo el teléfono y busco rápido tu contacto. Sé que me lo vas a coger instantáneamente porque eres la típica persona que vive pegada al móvil. Antes de llamarte me siento frente a la ventana y empiezo a pensar. En ti. En mí. En nosotras. En nuestro futuro, juntas y separadas. Y, como siempre, llego al mismo lugar. No quiero pensar en eso, no quiero volver a darle vueltas. Voy al baño y me lavo la cara, me hago una coleta y cojo las llaves al salir. Cómo ha podido pasar tanto en tan poco tiempo.

    Pero entonces pasa algo que no me espero. Salta el contestador. Nunca me ha saltado cuando te llamaba. No sé si preocuparme o simplemente pensar que no has podido cojerlo. Así que salgo de casa esperando que en algún momento llames. Pasan las horas y sigues sin contestar a mi llamada. No me voy a preocupar, es una simple llamada, cuando puedas contestarás. Has estado todo este tiempo ahí, no voy a inquietarme por esta tontería. ¿Sabes? Suele pasarme esto mucho, hago una montaña de un grano de arena.

    Realmente no soy así, pero ahora no estoy pasando una buena racha. Tú me conoces bien, sabes cuando necesito un abrazo, y, sobre todo, sabes cuando no sonrío de verdad. Muy poca gente puede hacer eso, muy poca gente me quita la coraza, y mucha de la gente que me la ha quitado al final me ha terminado haciendo daño. Por eso no me gusta quitármela, me siento en una zona en la que sé que no me va a pasar nada, el problema es cuando llegan personas que merecen la pena, como tú. En ese justo momento me surge la duda de siempre. La misma duda que no me deja dormir por las noches. La eterna pregunta a la que nunca encontraré respuesta. Tú eres la única persona que ha sabido responder después de tanto tiempo.

    Estoy cansada ya, todo el día tirando de la misma cuerda por si a alguien le da por arrastrarme y sacarme de este pozo sin fondo. Todos los días suenan los mismos acordes, las mismas voces retumban en mi cabeza. Y el silencio, ese silencio que hace que no me concentre. Bueno, en realidad, nunca me concentro. Parece que paso más tiempo en ese mundo ideal en el que todo le va bien a todo el mundo en vez de en este, en el que día tras día estoy más hundida. Realmente necesito un salvavidas, la táctica de nadar hasta llegar a la orilla ha dejado de funcionar hace meses, pero no porque esté cansada de nadar, sino porque ni siquiera parece que esté cerca de la orilla.


     Han pasado siete días. No das señales de vida, no me contestas a las llamadas y has dejado de ir al insti. El mismo cerebro que me pedía calma hace siete días ahora quiere llorar. LLorar de rabia por no haber hecho algo antes, llorar porque esto le supera, llorar porque quiere alcanzar una meta que ni siquiera sabe si existe. Veo mi reflejo en un cristal. Ya entiendo todo. Nunca has estado aquí, porque no existes, solo eras una forma de desahogarme cuando estaba a punto de llegar al límite. Desapareció. Todo. Bienvenida al mundo real. 








Comments

Popular posts from this blog

13. exilio

12. gone

14. my tears ricochet